Con los Juegos Olímpicos de Londres 2012 clausurados y las medallas repartidas. Vuelve el debate sobre si conviene o no organizar unas Olimpiadas. A la hora de hablar de rentabilidad, en este caso y en todos, hay que tener en cuenta los gastos (en infraestructuras, promoción, servicios, seguridad, etc.) y los ingresos (venta de entradas, turismo, mejora de la ciudad, aumento del consumo, promocionar la ciudad, etc.). Además deberíamos evaluar el coste de oportunidad (los beneficios de la mejor alternativa posible a realizar los Juegos).
Como vemos los primeros son más fáciles de calcular o no.. Los juegos de Londres han costado 11.600 Millones de €uros, cuatro veces más que lo presupuestado en el 2005. Importante también es si los gastos han ido a costa del erario público o por parte de empresas privadas. También hay partidas de gastos que no podemos determinar si son debidos a la celebración de los Juegos, como puede ser la mejora o ampliación de un aeropuerto.
En cuanto los ingresos, por un lado tenemos los medibles perfectamente como número de entradas y precio de las entradas, número de visitantes e inversión extranjera pero por otro lado hay unos cuantos bastante más difíciles de calcular. ¿Cuánto aumenta o mejora la fama de la ciudad? ¿cuánto se ha desarrollado la ciudad? ¿qué utilidad tiene lo creado para los Juegos cuando éstos han acabado?, etc. Muchas preguntas difíciles de contestar, medir y que necesitan mucho tiempo.
Por lo tanto depende mucho de quién gaste el dinero, dónde lo gasten y en qué lo gasten.
Uno puede pensar que Londres ya era una ciudad desarrollada, que no necesitaba muchas infraestructuras; que ya era un importante destino turístico (¿cuánta gente habrá dejado de visitar la ciudad para evitar el jaleo provocado por los Juegos?; que ya era muy conocida (todo el mundo sabría situar Londres en un mapa); que la mayor parte de los empleos creados, construcción, son de baja cualificación y temporales; etc.
Existen ya muchos estudios que pretenden valorar los beneficios económicos y sociales que surgen de la organización de macro-eventos como los Juegos Olímpicos.
Si bien todos estos estudios se topan con dificultades al determinar el impacto directo de éstos acontecimientos, algo que han dejado muy claro es que la construcción de nuevos estadios y sedes es una mala inversión. Esto es debido a que una vez que finaliza el evento pasan al abandono y, en muchos casos, inclusive el gobierno se ve obligado a gastar millones de dólares (mdd) en su mantenimiento. Por ejemplo, la ciudad de Montreal tardó más de 30 años en pagar una cantidad de 6 mil mdd (a valor de hoy) debido al enorme gasto realizado durante los Juegos 1976. A cambio, como recompensa recibieron un estadio olímpico obsoleto que actualmente se encuentra en desuso.
Por otro lado, la investigación académica apunta a que regularmente las expectativas previas al evento sobre el posible crecimiento del PIB y las repercusiones en materia económica son superiores al impacto real posterior al evento. Un ejemplo perfecto es el Mundial de Fútbol de Qatar 2022, un acontecimiento en el que se gastarán 70 mil mdd en infraestructura, incluyendo la construcción de cinco nuevos estadios de vanguardia de que dos ya han sido construidos. El costo por residente es de aproximadamente 35 mil dólares debido a que se trata de un país pequeño, que cuenta con sólo 2 millones de habitantes. ¿Se convertirá Qatar a partir de entonces en un nuevo centro turístico? Probablemente no. Considerando el gasto que mencionamos, para que Qatar obtenga un rendimiento sobre la inversión del 5% necesitaría generar ingresos anuales adicionales procedentes de ésta inversión por 3 mil 500 mdd, una cifra difícil de alcanzar.
Beijing 2008
China gastó 40 mil mdd en los cuatro años previos a los Juegos de Beijing 2008, es decir, alrededor del 0.3% del PIB anual de China. De esta cantidad, 2 mil mdd fueron directamente destinados a estadios e instalaciones. Gran parte de la inversión estuvo vinculada a la productividad de la economía en partidas como vivienda, carreteras, sistemas de tránsito e infraestructura que poco tuvieron que ver con los Juegos Olímpicos. A pesar de esto, la mayoría de los analistas indican que los beneficios más importantes para China giraron entorno a un incremento de su imagen pública así como un fortalecimiento de su llamado “poder blando”.
Atenas 2004
Uno podría argumentar que el elevado costo de los Juegos Olímpicos en Beijing es resultado de la fuerte inversión en infraestructura que tuvo que hacerse debido a que China es una economía en crecimiento. Esto, sin duda, tiene un impacto positivo. No obstante, pese a que se tarta también de una economía en crecimiento, el mismo argumento no puede ser utilizado para el caso de Grecia. En primer lugar, el PIB de Grecia es cerca de 1/15 del PIB del gigante asiático, por lo que el gasto de la organización de los Juegos Olímpicos, que ascendió a 15 mil mdd representó cerca del 7% de su PIB en 2004. Una cifra proporcionalmente más elevada que la de China. A pesar de que Atenas sí invirtió en infraestructura, los beneficios de dicha inversión no fueron tan evidentes como en el caso de China. Por otro lado, Grecia es un país con una población de 4 millones de habitantes, lo que eleva considerablemente el costo per cápita en comparación con China. Adicionalmente, Atenas ya era un atractivo turístico consolidado por lo que los posibles beneficios tras el evento son cuestionables. Esto, ciertamente, podría aplicar de igual forma para el caso de Londres 2012.
Los macro-eventos como éstos resultan emocionantes tanto para los ciudadanos como para los políticos, sin embargo, los costos económicos suelen superar a los beneficios.
Existen otros beneficios sociales como aumentar el entusiasmo de los habitantes del país, fomentar el deporte y la vida sana pero tienen un efecto muy pasajero. Los macro-eventos como éstos resultan emocionantes tanto para los ciudadanos como para los políticos, sin embargo, los costos económicos suelen superar a los beneficios.
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