No voy a explicar dónde y cuando se inventó, si no de dónde procede la mayor parte de la producción del porno actual y porque. Ya vimos con cifras el peso de esta industria, su procedencia y su destino, en el que destacó que un punto concreto de ese país de supuestos puritanos que es EEUU, concentraba mucha de su producción. Ese lugar es Los Ángeles.
Todo empezó en los 80, cuando algunos agentes del orden público californianos tuvieron la idea de querer aplicar la ley anti-prostitución a los “creativos” del mercado del porno. Su intención era obviamente echar de Los Ángeles a todos los pornógrafos y devolver la moralidad a esa moderna “Sodoma”. En vez de lograrlo, sentaron el precedente legal necesario para que la ciudad se convirtiera en la capital del porno de los Estados Unidos.
El caso en cuestión afectó al productor-director Hal Freeman, autor de más de 100 clásicos del género, incluyendo el inmortal “Caught From Behind” del año 1982. Un año más tarde, Freeman filmó “Caught From Behind II, the secuel”, y fue acusado y condenado en virtud a la llamada ley anti-pandering de California (“to pander” literalmente “satisfacer los caprichos”,
es el término aplicado en California al delito que cometen los proxenetas al ofrecer prostitutas a sus clientes), que sostenía que era un delito grave “[obtener] a otra persona con el propósito de prostitución”. Pero en 1988 su condena se anuló por la Corte Suprema de California, que estableció un precedente citando que “para que [un acto] se constituyese en ‘prostitución’, los genitales, nalgas, o pechos femeninos, o incluso la prostituta o su cliente, deberían entrar en contacto con alguna otra parte del cuerpo del otro, con la intención de obtener la excitación o gratificación sexual del cliente o de la prostituta”. El jurado encontró que “el único pago relacionado con el caso a juzgar, tenía que ver con comisiones por actuación. No había evidencias de que [Freeman] pagase a los actores con el propósito de obtener ni su propia excitación o gratificación sexual, ni la de los actores”. Por lo tanto no era prostitución. Es más, prosiguió el jurado, “incluso si la conducta [de Freeman] pudiera de algún modo casar dentro de la definición de `prostitución’ de forma literal, la aplicación del estatuto anti-pandering en casos de contratación temporal de actores, para que participasen en el rodaje de una película, vulneraría la constitución merced a los valores de la Primera Enmienda”.
Así que finalmente, se revocó la condena de Freeman, y la pornografía se legalizó de forma efectiva en California. Desde entonces los productores, que hasta entonces tenían que filmar semiocultos en habitaciones de motel, pudieron empezar a usar buenos focos sin miedo al arresto. Convirtiendo a L.A. en la meca del cine porno.
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